La decoración minimalista es una de las más conocidas y aclamadas en todo el mundo. Sin lugar a dudas ofrece muchas ventajas que son difíciles de ignorar.
El minimalismo como tendencia, surge en la década de los sesenta, en el seno de la ciudad de Nueva York, aunque se dice que sus orígenes están anclados en Europa gracias a su precursor el arquitecto alemán Ludwig Mies Van Der Rohe. Éste, abanderó la idea de la pureza de las formas y luchó por conseguir una arquitectura universal y funcional.
El minimalismo se identifica por la simplicidad de sus formas, sus líneas puras, colores neutros, espacios diáfanos y despejados, equilibrio y armonía.
Todos estos aspectos son ideales para incorporar a la decoración de las oficinas de hoy en día. La saturación visual que en la actualidad encontramos, produce estrés y nos impide tener despejada la mente, por esto si logramos obtener esa armonía necesaria, trabajaremos mejor y más a gusto.
Las principales características de este estilo son los colores neutros con superficies o fondos monocromáticos, materiales como la madera y texturas que huyen de lo barroco y se afianzan en la austeridad de los lisos, muebles simples y funcionales con paredes que evitan cualquier adorno que esté demás. Desde luego toda una invitación a probar un espacio de trabajo con estas cualidades estéticas.
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